domingo, 28 de noviembre de 2010

Jefes por la cara

Fuente: http://www.expansion.com/2010/11/22/empleo/desarrollo-de-carrera/1290418371.html#
26.11.2010 Montse Mateos


Llegaron a un puesto de responsabilidad porque eran estupendos relaciones públicas, supieron dar coba a quien les podía ofrecer un ascenso y lo consiguieron. Son jefes por la cara: Han tenido una carrera meteórica gracias a su palabrería, ocupan el sillón de mando pero no están preparados para gestionar personas ni para conseguir objetivos de negocio. Y, por si fuera poco, hacen daño a sus equipos y a la imagen de la organización ante el cliente. Identificarles y saber pararles los pies a tiempo es una cuestión de estrategia y liderazgo sano.

¿Quién no ha tenido alguna vez un jefe encantador pero que no ejerce? Estupendo conversador, fabuloso relaciones públicas, el rey de los encuentros con los clientes y el compañero que todos querrían tener pero un líder empresarial nefasto. No sabe nada del negocio, se escuda en los segundos de abordo y no tiene escrúpulos para colgarse una medalla ajena. Eso sí, en caso de fracaso, siempre encuentra a alguien a quien echar las culpas. Son jefes por la cara.


¿Quiénes son?


Ignacio García de Leániz, consultor y profesor de RRHH de la Universidad de Alcalá de Henares, asegura que este tipo de profesional "posee un nivel de conocimientos y competencias, sobre todo técnicas, muy por debajo de las requeridas para su puesto. Las tareas que hace son de escaso valor añadido y estorban más que contribuyen a la consecución de los objetivos del departamento y equipo de trabajo".

Paco Muro, presidente de Otto Walter, los denomina ‘figurillas’: "Son bien pagados por la cara, y no sólo son jefes, incluyo en esta tribu a técnicos y personal de staff. Es un profesional hábil donde los haya, pero solo para el escaqueo del trabajo y luego salir siempre en la foto". Añade Muro que "son gente amable y cordial, especialmente con los que le interesan. Suelen depende de un jefe con el que tienen una conexión especial hasta el punto que los mismos se sienten tan a gusto con esta persona que se no se dan ni cuenta de que profesionalmente es una inútil".

Este tipo de profesional posee un nivel de conocimientos y competencias, sobre todo técnicas, muy por debajo de las requeridas para su puesto.


Los culpables


Aunque este tipo de jefe es una excepción a la regla, sí que se puede identificar a los culpables que les han llevado al puesto que ocupan injustamente. Para García de Leániz, el error reside en el mal uso de las herramientas de evaluación de desempeño, la gran lacra de la gestión de personas es, en este caso el origen del problema. "Ningún jefe anterior se atrevió, por las razones que sean, a señalar en el informe de evaluación correspondiente el déficit de competencias críticas que tenían, evaluándole muy por encima del umbral de su competencia. Esa ausencia de feedback negativo explica, en cierta manera, la carrera meteórica de estos perfiles", explica el profesor de la Universidad de Alcalá.

Una opinión que corrobora Muro, quien identifica a su vez tres factores que "pululan por las alturas". El primero de ellos es la ceguera, "porque hay mucho jefe que no mira de donde viene el trabajo y estos caras son expertos en repartir el trabajo a otros y hacerse los agobiados para que parezca que están ocupados, encontrar al currante responsable que acaba haciendo lo que hay que hacer y luego estar justo en el momento en que se entrega la tarea". En segundo lugar señala la sordera, "porque cuando alguien les hace notar la anomalía se produce una atrofia temporal del oído: El jefe no quiere oír que su ‘favorito’ o ‘favorita’ no vale".

Y, en último lugar, Muro afirma que el ego también es culpable: "Hay demasiados jefes que necesitan a un osito de peluche al que achuchar, que les dé la razón y les diga lo que quieren oír. Esa persona cómoda, amable, que no les lleva la contraria y que llena sus egos con falsa amistad".
Son expertos en apelar a la responsabilidad de los buenos pero… ¡Hay que resistir la tentación!, al final acabará trabajando antes de quedar en evidencia.


¿Cómo deshacerse de ellos?

No existe ningún motivo que justifique la existencia de estos jefes por la cara que enrarecen el clima laboral, desmotivan a su equipo y no contribuyen más que a llenar su propio bolsillo. García de Leániz afirma que "el jefe impostor supone un fraude gerencial que no encuentra justificación alguna. Dejan en evidencia los mecanismos de promoción, los criterios de evaluación y los modelos y valores empresariales". Y Muro dice que "solo en casos de necedad suprema se comprende esta situación y más" y, por otra parte, los califica de indestructibles: "Todos saben y ven que es un verdadero inepto, pero el consentido es el consentido, y solo se podrá acabar con él cuando cambie el jefe".

En este panorama tan oscuro, el presidente de Otto Walter ve un atisbo de esperanza: "Lo que puede se puede hacer es no picar en su sibilina habilidad de cargarle a otro el trabajo, y dejar que tenga que hacer el suyo, aun a riesgo de que algo se quede sin hacer. Son expertos en apelar a la responsabilidad de los buenos pero… ¡Hay que resistir la tentación!, al final acabará trabajando antes de quedar en evidencia".

La ineptitud de estos perfiles resulta tan evidente que con un buen trabajo en equipo es posible desenmascararlos. Pero es complicado porque, como recuerda García de Leániz, "el poder formal, aquel otorgado oficialmente por la empresa, lo ostentan ellos. Esto supone una elevada cuota de poder coercitivo como recompensas, vacaciones, asignación de tareas, evaluaciones, etcétera".

Una de las opciones que este consultor recomienda hacer con prudencia es "escalar el problema a su jefe y hablarle de los daños funcionales, operativos y de imagen que su desempeño produce. En aquellas organizaciones que posean un sistema de mentoring, también podemos hacer ver al mentor el problema de dirección y supervisión que padecemos".

Una vez más la falta de gestión que adolecen buena parte de las organizaciones ensalza a puestos de responsabilidad a personas poco eficientes. Muchas empresas pierden estupendos comerciales que, tras su ascenso, resultan jefes nefastos. La evaluación y los resultados son la esencia de los recursos humanos y, a menudo, tener la humildad de rectificar a tiempo un ascenso poco meditado puede evitar problemas y salvar a una organización de un futuro incierto. Las empresas que no son capaces de gestionar de forma adecuada sus personas están condenadas al fracaso empresarial. El liderazgo es uno de los garantes, ¿por qué no conservarlo?


¿Qué piensa el trabajador?

Comentarios:

#1 Friedman 22.Nov.2010 | 11:52
Sra. Mateos, se le olvida en el artículo al jefe que no tiene don de palabra, que es incapaz de mantener una conversación animada, que sólo sabe gritar y que, en dos minutos de reunión con él, ya deja patente que no sabe hacer la "O" con un canuto, pero que es el primo, nieto, sobrino o querido del que manda en la empresa y que por eso es el jefe. Y contra este tipo de jefe no vale desenmascararlo, trabajo en equipo ni otras tácticas de las que refleja en su artículo. Me temo que no sabe la cantidad de jefes de este tipo que hay pululando por la realidad económica española. Así nos va.

#2 Steinberg 22.Nov.2010 | 17:34
Estoy plenamente de acuerdo con el comentario de Friedman. España es seguramente el país con más "enchufados" y familiares de Europa en las empresas, sean del tamaño que sean. Una de las razones: la poca movilidad de la población.

#3 Gothaus 22.Nov.2010 | 17:56
El artículo describe a algunos jefes que me ha tocado sufrir. Curiosamente, todos ellos comerciales o descendientes del fundador de la empresa. Así nos luce el pelo en España, sí. En un sistema en el que se promociona al simpático o al hijo del jefe, no cabe la meritocracia y, por lo tanto, el crecimiento económico y la empresa seria, sino el chiringuito, el pelotazo y el estancamiento económico.

#5 Gothaus 22.Nov.2010 | 18:52
#4 El mío no me hizo caso con respecto a unas inversiones que hizo y que yo veía de lejos que no le iban a resultar rentables, sino un lastre financiero y una pérdida de tiempo, como efectivamente ha ocurrido. Lo que pasa es que mi jefe se puede equivocar en varios millones, lujo que no se puede permitir un buen empresario y profesional que cuente con poca financiación o capital. Él no es empresario, aunque se refiera a sí mismo como tal; es heredero y no sabe hacer ni un huevo frito. Pero claro, él tiene el poder y ordena y manda. A voces y con malos modos. Porque están las cosas como están, que, si no, le daba con los 15 días en las narices y aquí me han visto para los restos.

#7 jabato 23.Nov.2010 | 12:36
A veces también llegan al puesto de responsabilidad por casualidad. Hay una situación de cambio o de vacío y ellos son utilizados como parche para salir del paso. Y entonces, demuestran una capacidad de supervivencia extraordinaria, Saben que el puesto les viene grande y que tienen que justificar su presencia, por lo que nunca se enfrentan ni se oponen a sus superiores, y no dudan en forzar las situaciones para ponerse medallas aún a costa de perjudicar y echar por tierra el trabajo de otros.

#8 jabato 23.Nov.2010 | 12:37
Pero esto no es un problema solo español. Yo he trabajado para dos multinacionales francesas y la situación existía en ambas. Además se agravaba, porque esos jefes eran también franceses y siempre se daba por hecho que un francés tenía más razón que el español. Si encima ese jefe estaba destinado en la central francesa y tú en la filial española, el problema era insalvable porque tu opinión en una reunión o en un informe era rebatida o alterada diariamente por él a los superiores, con los que tenía conversaciones continuamente y a los que acababa dirigiendo hacia sus intereses.

#9 Gothaus 23.Nov.2010 | 12:56
El problema de estos corbatillas es que son conscientes de su incompetencia, y de su inferioridad con respecto a muchos de sus subordinados. Por eso, su táctica es la humillación, las voces, las amenazas, los desprecios, los reproches y los malos modos. Siempre se ponen la medallita en lo bueno y siempre lanzan el marrón o las culpas en lo malo. Esta actitud provoca que la empresa sea mediocre, esté mal gestionada y acabe estancada a largo plazo, por lo que esto supondrá un perjuicio para los dueños o accionistas; perjuicio que, en muchos casos, estos se niegan a ver, ya que siguen un nefasto esquema piramidal de poder, en vez de uno horizontal, así que el empleado no puede comunicarse directamente con la propiedad o con la gerencia.

#11 Pallmall 23.Nov.2010 | 17:12
De acuerdo con el artículo y la mayoría de comentarios pero con algunas puntualizaciones que creo son importantes: Se critica demasiado la estrategia de la "amabilidad" y eso puede dar lugar a confusiones; toda persona que trabaja está obligada a ser amable y respetuoso con sus compañeros, empleados y jefes, con sus lógicos límites coherentes. También se critica que sean comerciales o ex-comerciales (yo soy comercial y no por eso me considero ni un patán ni un bufón ni un pelota y muchos otros profesionales que se dedican a lo mismo que yo tampoco los considero así, nada de eso) Que anteriormente algunos de ellos fueran comerciales y los han promocionado sin merecerlo? Es culpa de RRHH y/o de la gerencia, no de ellos. Eso no quita la síntesis del artículo, hay mucho torpe con "galones" suelto por ahí...muchos.

#12 Viriato 23.Nov.2010 | 20:51
Estoy de acuerdo con #6, las empresas de RRHH no saben evaluar, por regla general, el valor de un empleado o directivo. Y es normal, ya que esa evaluación es directa del empresario y lleva un cierto tiempo. Según mi experiencia, en el sistema piramidal, lo que mejor funciona es la evaluación a dos niveles y por separado. La mejor trampa para detectar inútiles es que te cuente cualquier proyecto sin la participación de su nivel inferior. La segunda fase es hablar directamente con el nivel inferior. Esta evaluación no falla.

#13 eltataranietodejuan 24.Nov.2010 | 02:04
Estimada Montse Mateos, con este perfil que usted expone tenemos muchos mandos en Mercadona. Lástima que Juan Roig no le comentara que tiene más personajes de estos que de los buenos. Le pediría que se informase mejor para la próxima entrevista con él y le pregunte si todos sus trabajadores son y están tan felices como el comentaba el otro día. Un saludo

#14 maximo 24.Nov.2010 | 09:43
Montse, acabas de describir fehacientemente al tipo de jefes que tenemos todos los tertulianos que, en horas de trabajo, leemos y escribimos por aquí ¡que no falten! que lo pasamos muy bien perdiendo el tiempo.

#15 romore 24.Nov.2010 | 18:00
Estoy de acuerdo con Steinber. Tenemos lo que nos merecemos: mucha burocracia funcionarial (estatal, autonómico y local), multiplicando por 1000 los gastos, y mucho enchufao en la empresa privada haciendo que este país sea de los menos competitivos que hay en Europa.

#16 Trebacio 24.Nov.2010 | 20:46
Y otro mérito que lleva a mucho incompetente a un puesto directivo: echar horas a mansalva, ojo, no confundir no trabajar, ser productivo ni nada por el estilo, pero aparentar, para que el prototipo directivo o empresario español lo ascienda por su falso compromiso con la empresa. Y lo que ya ha comentado otros, mucho colgarse medallas, despreciar al empleado, pasar del subordinado durante todo el día y encargarle trabajo a las 17:30 por sistema, etc.

#17 rosauracafa 25.Nov.2010 | 11:42
En las empresas es malo que haya enchufados inútiles, pero, al fin y al cabo los que los ponen también pierden. O son los que más pierden. Y es relativamente natural que yo ponga a mi hijo en mi empresa aun cuando me haga dejar de ganar. Lo que debería de hacerse en España es dar verdaderas oportunidades para que entren empresarios competentes. Y esto, en gran parte, depende de políticos con la visión adecuada. Desgraciadamente, en el gobierno los inútiles y los que los ponen pierden muy poco. Más bien nada ya que el saldo siempre será positivo, salvo cuando en una Revolución les corten la cabeza. Y LOS QUE PERDEMOS SOMOS MILLONES

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